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viernes, 13 de noviembre de 2015

¿GUERRA?


Bienvenido a la Guerra




Haremos algunos comentarios en rojo a este artículo del sitio Adelante la Fe


Si, últimamente, usted ha estado prestando atención a la cobertura de la Iglesia Católica, habrá notado un incremento en la aparición de terminología bélica, con palabras tales como “conflicto”“batalla” e incluso “guerra”, empleadas para describir el ajetreo de estos días dentro y alrededor del Vaticano.

Si bien esta forma de hablar es bastante común para las publicaciones católicas más devotas, ésta se ha expandido, recientemente, más allá de las estrechas fronteras de la blogsfera católica y ha entrado en las corrientes principales de la sociedad civil: Tess Livingston de The Australian, Tim Stanley de The Telegraph, Ross Douthat de The New York Times y ahora Damian Thompson de The Spectator, han llegado todos a la misma conclusión: estamos al borde de una guerra civil.

¿Es, sólo, más manipulación mediática? ¿Un poco de exageración para incrementar los ingresos? A algunos les gustaría que usted pensara así. Recientemente, el Cardenal Donald Wuerl apareció en el programa World Over Live, con Raymond Arroyo, en parte para asegurar a los espectadores que “no existe ninguna división sobre las enseñanzas básicas de la fe” entre los obispos. Estamos, supongo, para ignorar voces como las del Arzobispo polaco Henryk Hoser quién declaró recientemente: “…algunos obispos […] ni siquiera aceptan las enseñanzas oficiales de la Iglesia.”. Y, si no las ignoramos,- si rechazamos la narrativa al estilo de Sunshine, Lollipops and Rainbows (Luz de Sol, Paletas y Arco iris, una canción de Lesley Gore)-, y en su lugar vemos los sucesos dentro de un marco de “narrativa políticamente partidista”, entonces nos merecemos ser silenciados, tal como lo descubrió Ross Douthat, después de que su comentario provocara las iras de un grupo de intelectuales católicos progresistas y de profesores universitarios.

Si los fieles de la FSSPX se quedan dentro de la “narrativa políticamente partidista” que le ofrece Menzingen, preparada por una empresa de branding, en base a sonrisas, encuentros recreativos y lenguaje susurrado, e ignora ya signos tan evidentes como la horrorosa capilla modernista que está haciendo en Madrid, por decir sólo una cosa, entonces también ellos “merecen ser silenciados”.

Es decir, si no fuera por el hecho de que, esta forma de hablar de la guerra, no está limitada a los autores de las editoriales de prensa. Justamente ayer, el Cardenal Maradiaga informó a los periodistas de que el Papa Francisco está “preparado para dar la batalla” a su propia Curia con el fin de sacar adelante sus deseadas reformas Sí, señor, aunque suelen hablar de paz y diálogo, los liberales son unos cruzados de su causa que usan la oscuridad y la confusión para librar su guerra contra la Tradición católica. Lo que corresponde entonces es declararles la guerra frontalmente, no buscar acuerdos o solicitarles “reconocimientos”. Esto no significa dejar de rezar por su coversión. Y en la homilía de esta mañana, el propio papa puso, nuevamente, el punto de mira sobre los “Doctores de la Ley” y arrojó una advertencia velada pero efectiva:


«¡Dios nos ha incluido a todos en la salvación! ¡A todos! Este es el principio. Nosotros, con nuestras debilidades, con nuestros pecados, con nuestras envidias, celos, todos tenemos esta actitud de exclusión la cual – como ya lo dije – puede culminar en guerras. »

Aunque felicito a Douthat, Thompson y el resto por rehusar a seguir con la narrativa oficial y llamarla por lo que es, debo preguntar: ¿Dónde rayos han estado ustedes durante los últimos 50 años? Buena pregunta, a la que agregamos: ¿dónde han estado ustedes durante los últimos tres años –en realidad podríamos decir quince años, pero no sería tan claro-, cuando el derrumbe de la FSSPX?


Para que conste: la guerra civil ya está sobre nosotros.  Cualquiera que preste atención sabe que los muros han sido escalados, las puertas han sido violadas y el enemigo ha acampado en nuestro propio terreno. Todo lo que queda es defender el castillo, rodeado por todos lados por hombres blandiendo antorchas.

ahora, ¿piensan que estamos al borde de una guerra civil? Díganselo a las tres generaciones de católicos que han estado peleando con uñas y dientes para conservar cada fragmento de Tradición Sagrada, que puedan tener en sus manos, frente la corrupción del gran Aggiornamento (Actualización). Díganselo a aquéllos que fueron reducidos hasta las lágrimas, mientras los santuarios eran profanados, las estatuas abatidas, los altares deshechos y los comulgatorios arrancados. Díganselo a muchos hombres buenos que fueron apartados del sacerdocio porque se oponían al homosexualismo desenfrenado de los seminarios. Díganselo a los fieles que, hace 30 años, fueron expulsados de la Iglesia por tener las agallas de exigirle que se mantuviera fiel a las enseñanzas de Cristo. Si lo que quiere decir acá el autor del artículo es que esos fieles “expulsados de la Iglesia” han sido Mons. Lefebvre y los obispos “excomulgados” por los modernistas, está totalmente equivocado, pues nunca dejaron de estar en la Iglesia. Si no quiere decir esto, está omitiendo en su relato este hecho perpetrado contra quienes encabezaron el combate contra los precursores de Francisco. En un caso estaría siendo ambiguo, en el otro, injusto. Con esta forma de ver las cosas ¿pretenden dar el buen combate en esta bien llamada guerra?

La única novedad acerca del Sínodo 2.015, fue el descaro con el que los herejes y los apóstatas impulsaron su agenda revolucionaria. Ni siquiera están ya tratando de sostener una “Hermenéutica de Continuidad”. Es una ruptura, un rompimiento,- en otras palabras, un cisma-, de la Tradición Católica. Ellos lo saben, nosotros lo sabemos y ya es tiempo de que ustedes comiencen a informarse sobre ello.
También es tiempo de que ustedes comiencen a informarse de que la agenda de la Neo-FSSPX no es rupturista con los modernistas, sino de acercamiento y entendimiento, por eso Mons. Fellay suplica rodeado de rosas, o evita ser duro en su crítica, y hasta adhiere al año de la falsa misericordia francisquista. Por eso también salieron de inmediato a condenar la consagración episcopal de Mons. Faure. Y por eso mismo Francisco los reconoce. No es serio que hablen de guerra, y después salga Michael Matt a decir que alguien que hace años sólo aspira a que le den el título oficial de “católico” y para ello es capaz de dividir a su propia congregación, es un “santo”, y que hasta lo creería si se lo dijese una mosca (sic).
Bienvenido a la guerra. Ya era hora de que aparecieras.
Ya es hora de que conozcan quiénes son los amigos y quiénes los enemigos de la Tradición católica. Es hora de que reconozcan el combate sin tregua que los desplazados y marginados de la “Resistencia” (ninguneados por los línea-media que aceptan en mayor o menor medida el Vaticano II), realizan sin tanto aparato ni medios, como fue el combate de Mons. Lefebvre, también desconocido o marginado por los que se creían “buenos católicos”. No decimos con esto que nos importe su “reconocimiento”, sino que nos importa que sepan  lo que está pasando por su propio bien. Hay que bajar un poco, muchachos, de la "cumbre" donde se encuentra Mons. Fellay.  Recuerden: el que está en guerra no suplica, pelea.  
[Traducción de Vanessa López Iturbe. Artículo Original]