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miércoles, 25 de noviembre de 2015

ACUERDO O MUERTE





“Se dice de mí…”.

Así se titula una conocida milonga de los años ’40, cantada por Tita Merello y muy recordada en el ámbito rioplatense. Seguramente Bergoglio, cultor del tango, la recordará bien y quizás hasta la canturree mientras camina con aire triunfador por los pasillos vaticanos…

La misma preocupación e interés que expresaba el letrista y entonaba aquella mujer que no se había enterado que era fea, la encontramos versionada a un nivel más alto, pero no por eso menos grotesco.

La Neo-FSSPX no se conforma con haber sido “limpiada” con aquel levantamiento de las inexistentes “excomuniones” -condecoración del cielo que habían recibido Mons. Lefebvre y sus obispos por enfrentar valerosamente a los herejes y poderosos modernistas que ocupan Roma desde el Vaticano II-. No, no bastó aquello, no alcanzó. Mons. Fellay y sus colaboradores se propusieron aún más. Buscaron y siguen buscando que los dejen pertenecer a ese privilegiado sitio llamado Roma, a la poderosa estructura de la Iglesia conciliar vaticana, portando sobre el pecho una estampilla “oficial” donde conste que son “católicos”. A ello se han dedicado con constancia y denuedo los superiores de la FSSPX, tanto desde las reuniones del discreto GREC como desde la política comunicacional promovida por Menzingen de unos años a esta parte. La FSSPX debía limpiar su cara, exfoliar su cutis, purificarse, y una vez quitadas las “infamantes” condenaciones modernistas, debían borrar toda cicatriz, y aún arruga de su cara. La FSSPX debía renovarse. Para ello nada mejor que presentar amplias y fotográficas sonrisas, declaraciones ambiguas y, antes que condenaciones y rechazos, planteos “constructivos”, reuniones y diálogos informales. En esta nueva versión “atractiva” de la FSSPX, se imponía separarse de toda imagen anterior que pudiera llevar a generar un rechazo por las autoridades romanas, y no sólo por ellos sino por el mundo entero. Como suele decirse, “borrón y cuenta nueva”.


Por eso la FSSPX debía dejar en claro que no es de “derecha” ni tiene nada que ver con “negadores del Holocausto”. Que nadie los llame “integristas”. Desde luego, es preocupación fundamental que el mundo y los enemigos de Cristo no los tilden de “cismáticos”. ¡Vale tanto esa opinión! “Se dice de mí…”




En esto tienen un maestro consumado en Francisco, que no ha hecho otra cosa que enancarse en su “humilde” imagen, patrocinada por los millonarios medios masivos del mundo entero. ¡Si hasta el mismo Bergoglio declaró que no es de derecha! Para que todos lo sepan bien: él camina con el mundo. Mejor no preguntemos hacia dónde…

Los discípulos de Mons. Fellay han recibido su influencia a tal punto que a veces parece van a aventajar a su superior y maestro. Ese afán por no ser señalados con el dedo, por no ser acusados, ni estigmatizados, ni segregados, ni “excluidos”, como se dice ahora,  en fin, perseguidos por el mundo, se ve muy claramente, por ejemplo, en sus expresiones periodísticas. Por caso, en los blogueros o foristas más animosos de la causa. En Francia el abyecto Enemmond (Jacques du Cray). En el distrito Sudamérica, un tal “Pericón”. Son los escribas “mediáticos” de que dispone la Neo-FSSPX para dejar ver de forma patente su decadencia.

Ahora también en el blog del último mencionado (acá) se declara abiertamente que la FSSPX no tiene nada que ver con la “derecha católica”. No vaya a ser cosa que alguien piense eso y se asuste (¡cuidado!), o que se acuse a la FSSPX de ser algo que Francisco ya dijo que no es…A ver si se complica el acuerdo…

Para despegarse de ese “infamante”  precinto, el bloguero oficialista se vale de un capítulo de un libro de un periodista de ínfima categoría, atiborrado de ideología marxista, que desparrama en los sitios de izquierda donde escribe resentimiento anticatólico, mezclando verdades con mentiras, en un libro que se presenta como una investigación acerca de “la complicidad de la Iglesia con la dictadura genocida”, que no es otra cosa que un despliegue de los lugares comunes y eslogans de la izquierda para demostrar que la Iglesia católica es “el Mal”. El periodista es un émulo de Horacio Verbitsky, y probablemente piense que con este libro que “dinamita a la derecha católica” (¡!), como afirma un portal de noticias que difunde el libelo, pueda lanzar su carrera en medios masivos y dar a conocer su nombre.


No nos interesan las internas entre los distintos grupos de católicos “línea-media” o “conservadores” que se mencionan en el artículo citado, aunque vemos que allí se mezcla todo y todo va a parar a la misma bolsa, tanto tradi-liberales como valiosos representantes del nacionalismo católico o grandes referentes como el Padre Meinvielle. Ya habrá alguna pluma lúcida que seguramente se encargue de poner las cosas en su lugar, o por lo menos aclarar allí donde el periodista confunde al mayoreo. Tampoco nos interesa aceptar las categorías ideológicas revolucionarias que ha instalado el enemigo desde la Revolución francesa, pues es sabido que fue la izquierda revolucionaria quien inventó a la derecha, en aquel caso era la izquierda no jacobina. Pero sabemos que la izquierda cuando dice “derecha” simplemente está denominando un enemigo, no importa quién sea, todo puede entrar en ese saco (fascistas, nazis, nacionalistas católicos, liberales, conservadores, “ultracatólicos”, “fundamentalistas”, “pelagianos”, etc). Al referirse a “derecha católica” no hace más que demonizar a un catolicismo que no es utilizable por la dialéctica marxista, pero el periodista es tan elemental y poco dado a sutilezas que en su ceguedad llega a creer que la “derecha” tuvo un renacimiento gracias a la llegada de Bergoglio al papado (¡!). Seguramente haya escrito tales cosas antes de que Bergoglio tomara en sus manos la hoz y el martillo obsequio del indio comunista Evo Morales. Pero quizás vuelvan a decir que Francisco apaña a la “derecha” cuando se firme el acuerdo con la FSSPX. Así de confusas tienen las cosas. Olvidaron la caída del muro de Berlín. Claro, pero también, y a pesar de lo que dice el bloguero fellecista, la FSSPX no queda fuera de las invectivas izquierdistas, como puede leerse en alguna entrevista realizada al periodista. ¡Oh, hay que limpiar esa mancha! ¿verdad?


Bandera de Facundo Quiroga, demasiado ofensiva para la sensibilidad moderna. ¿Quizás en la neo-FSSPX algunos preferirían “Acuerdo o muerte”?



Podría decirse que para el izquierdista, inequívocamente todo aquel que hable del amor a Dios y a la patria, de honor o soberanía, de tradición o moral natural, cae bajo la etiqueta de (odioso) derechista. A los neofraternitarios, ¿qué es lo que verdaderamente les importa? Han tomado el lenguaje del enemigo y se valen de él ¿para demostrar qué? Quizás piensen que ya no entran en tal honrosa categoría de quienes son despreciados por la canalla del mundo, con el fin de “separarse” de grupos con los que han tenido conflicto (v.gr. el IVE) pero, sin embargo, cuando llegue el acuerdo con Roma, ¿qué pasará? Pues compartirán cartelera con los tan defenestrados línea-media de quienes quieren verse separados, pues han seguido el mismo camino de la incoherencia. ¿Cómo era? “Todos los caminos conducen a Roma”. Los caminos de la traición conducen a la Roma modernista, donde la misericordia sólo detiene su abrazo paterno ante los “fundamentalistas”, “pelagianos” y “retrógrados”, antes llamados “lefebvristas”.