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sábado, 10 de octubre de 2015

LA CRUZ DE LA RESISTENCIA






En este 7 de octubre, fiesta de Nuestra Señora del Rosario y aniversario de la gran victoria de la batalla de Lepanto, queremos ofrecer a los fieles de la Resistencia una enseña: la Cruz de la Resistencia.

Nuestro emblema no puede ser otro que el de Cristo y su Iglesia: la Santa Cruz que nos ha salvado y que ha vencido al mundo enemigo de Dios.

Esta Cruz es, en esencia, la Cruz de los cruzados, porque es preciso restaurar el espíritu militante destruido por los herejes liberales.

Es una Cruz teñida de sangre porque el color rojo de la sangre es el color de la guerra, y la Resistencia libra una Guerra Santa contra el liberalismo. También porque una Caridad ardiente debe animar a todos los combatientes de la Resistencia, de modo que estén dispuestos a llegar hasta el extremo del martirio en el cumplimiento de su sagrado deber. 

Es una Cruz formada por cuatro espadas porque Cristo dijo "no he venido a traer paz sino espada(Mt 10, 34), y esta espada santa es absolutamente incompatible con el traidor diálogo liberal, con la herética tolerancia liberal, con el apóstata ecumenismo liberal, y con el cobarde pacifismo liberal. Son cuatro las espadas porque la Resistencia debe combatir sin tregua -usque in finem (Mt 24, 13)- a los enemigos que asedian a la Iglesia por los cuatro costados. Las hojas de las espadas representan el ataque y sus guarniciones simbolizan la resistencia; los dos actos de la virtud de la Fortaleza. Las cuatro espadas de dos filos figuran también los cuatro Evangelios, nuestra arma primera, según la doctrina de San Pablo (Heb 4, 12).

Las cuatro espadas que forman los brazos de la Cruz apuntan hacia los cuatro puntos cardinales, porque la Resistencia, por pequeña e imperfecta que sea, poniendo toda la confianza en Dios, debe aspirar -alegre, audaz, valerosa y magnánimamente- a la reconquista del mundo para Cristo Rey.

La Cruz está sobre un fondo blanco, color que simboliza la Fe y la Fidelidad.