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sábado, 28 de febrero de 2015

DOMINICOS DE AVRILLÉ: EL GREC (GRUPO DE REFLEXIÓN ENTRE CATÓLICOS), UNA HISTORIA OCULTA, AHORA REVELADA - Parte 2

NON POSSUMUS

El método del GREC


  



Conferencias-debates y gestiones ante las autoridades.

Para hacer avanzar la “necesaria reconciliación”, el GREC trabajó en dos direcciones:

-La organización de conferencias-debates sobre los puntos controvertidos;

-Las gestiones ante las autoridades.

Todo se hace bajo una gran discreción: “Nosotros permanecíamos discretos. Pero no queríamos ser secretos” (pág. 29). Se puede comprender que, para este asunto, era mejor apartar a los periodistas y evitar los debates en internet.

Es cuando menos sorprendente que ninguna alusión a estos encuentros se haya hecho en el curso de los cuatro simposios de París sobre el concilio Vaticano II, que se llevaron a cabo del 2002 al 2005, reuniendo a sacerdotes de la Tradición del mundo entero. Estos simposios, completamente públicos, se realizaron bajo el patronato de Mons. Fellay. Mientras que las sesiones de trabajo ponían bajo la luz la nocividad de los textos del concilio, las reuniones “discretas” y desconocidas de los participantes en los simposios se llevaban a cabo en la misma ciudad, relativizando los errores del Vaticano II y buscando abrir la vía de un reconocimiento canónico de la Fraternidad.

Nos asombramos también de que, durante doce años de conferencias y de gestiones ante las autoridades de la iglesia conciliar, los superiores de las comunidades religiosas que trabajan con la Fraternidad San Pío X, hayan sido marginados y no hayan sido informados de lo que se hacía, dado lo que estaba en juego.

La obra del P. Lelong no tuvo ningún eco en los órganos oficiales de la FSSPX, ni siquiera para condenar o matizar las declaraciones del autor. Hace ya casi tres años que apareció esta obra. Podemos suponer que las personas mencionadas en este libro no tienen nada que decir al respecto.

Pero veamos cómo se desarrollan los trabajos del GREC.

Las conferencias-debates.

Durante doce años, numerosas conferencias-debates fueron organizadas sobre temas mayores: “El ecumenismo, riesgo de apostasía o futuro de la Iglesia”; “El diálogo interreligioso, peligro o esperanza”; “¿Qué camino para la Iglesia?: proposiciones concretas para salir de una crisis” (pág. 59); “¿Es necesario revisar y/o interpretar ciertos pasajes del concilio Vaticano II?” (pág. 64), etc.

Procuraremos ver, un poco más adelante, por qué estas conferencias resultaron en fracaso total.

Notemos por el momento una observación inquietante, de la cual dejamos su responsabilidad a su autor. Hablando de la conferencia-debate del 21 de enero de 2008 entre el P. Morerord O.P. y el P. Grégoire Célier (FSSPX) sobre el tema “Vaticano II y los otros concilio ecuménicos: revisar y/o interpretar ciertos pasajes del concilio Vaticano II”, el P. Lelong anota:

Escuchando sus exposiciones, se pudo constatar que entre los dos teólogos, las convergencias doctrinales y espirituales eran mucho más numerosas y profundas que las divergencias existentes entre sus puntos de vista respectivos (pág. 64).

¿Hubiera habido la misma convergencia si Mons. Lefebvre se hubiera encontrado frente al P. Morerod, religioso completamente partidario del modernismo de Roma?

Una impresionante actividad diplomática.

De forma paralela a estas discusiones, tuvo lugar una impresionante actividad diplomática: obispos, nuncios, Secretario de Estado, Comisión Ecclesia Dei, eran tenidos al corriente de las actividades del GREC. A partir de la elección de Benedicto XVI, fue el papa en persona. De acuerdo al P. Lelong, la ascensión de Ratzinger al pontificado “fue recibida por los animadores del GREC con una muy grande alegría y mucha esperanza, esperanza que no será decepcionada sino colmada plenamente” (pág. 48).

Nadaban en plena utopía. Enviamos a nuestros lectores al estudio magistral de Mons. Tissier de Mallerais sobre La extraña teología de Benedicto XVI[i], así como al primer balance de su pontificado, publicado (con fotografías) por Le sel de la terre 84. En todo caso, esta confesión del P. Lelong es muy reveladora del espíritu que reinaba en el GREC, sobre todo bajo Benedicto XVI.

Para entrar un poco más en detalles, es en dos direcciones que la acción diplomática del GREC se orientó principalmente: el Papa y Mons. Fellay.

+Intervenciones del GREC ante la Santa Sede


Desde 1998, el P. Lelong había escrito al Cardenal Sodano, Secretario de Estado, para informarle de la iniciativa del GREC, y sugerirle a la Santa Sede el levantamiento de la “excomunión” de los obispos de la Fraternidad con ocasión del jubileo del año 2000. Es necesario citar por lo menos un extracto de esta carta, para ver en qué espíritu se desarrollaron estas tratativas. Para el P. Lelong, eje motor del GREC, la finalidad era hacer aceptar el concilio Vaticano II por los tradicionalistas:

Yo estoy profundamente apegado a las enseñanzas del concilio Vaticano II, y me esfuerzo para hacérselo comprender a nuestros hermanos católicos que han seguido a Mons. Lefebvre y sus sucesores. Con algunos amigos, hemos constituido en París un grupo de trabajo que se esfuerza para preparar el día en que todos los tradicionalistas podrán reencontrar su lugar en la Iglesia, en la obediencia al Santo Padre y bajo la autoridad de nuestros obispos. […] Es en este espíritu, en una total fidelidad al Soberano Pontífice y a las enseñanzas del concilio Vaticano II, que en nombre de numerosos católicos franceses, me permito pedirle, Señor Cardenal, si, en un gesto de caridad hacia nuestros hermanos, el Santo Padre pudiera levantar la excomunión que fue pronunciada en contra de los obispos consagrados irregularmente por Mons. Lefebvre (pág. 42-43).

¿Esta carta fue iniciativa del P. Lelong o tuvo el acuerdo de los representantes oficiosos de la Tradición en el seno del GREC? La obra no lo dice. En todo caso, el cardenal Sodano habiendo pedido “signos de arrepentimiento” (pág. 44) a las autoridades de la Fraternidad, las tratativas no tuvieron éxito. En cuanto al levantamiento de las “excomuniones”, las cosas permanecieron así bajo el pontificado de Juan Pablo II.

Sin embargo, a partir de la peregrinación de la FSSPX a Roma por el jubileo del año 2000, comenzaron a haber contactos frecuentes entre Mons. Fellay y el Cardenal Castrillón Hoyos, entonces presidente de la comisión Ecclesia Dei. El P. Lelong no dice una palabra al respecto.

Sabemos que los sacerdotes de Campos (Brasil), invitados por la casa general de la Fraternidad a unirse a estas negociaciones, no resistieron a la seducción romana. Fue un acuerdo lamentable, victoria para el cardenal Castrillón y pérdida para el combate de la fe: Mons. Rifan concelebra ahora la nueva misa con fervor[ii].

El pontificado de Benedicto XVI que manifiestamente aportó una gran esperanza a los miembros del GREC, sobre todo después del motu proprio sobre la misa tradicional, fue la ocasión de nuevas tratativas, esta vez ante el mismo papa. El 9 de julio de 2008, “los animadores del GREC” (pág. 49) le dirigieron al Papa la siguiente petición:

Le estamos muy reconocidos, Santísimo Padre, por esta decisión (del motu proprio) y queremos responder a vuestro llamado a la reconciliación entre todos los católicos, en el respeto a las legítimas diversidades existentes en el seno de la Iglesia. Somos muchos los que deseamos que la proposición transmitida por el Cardenal Castrillón Hoyos a la FSSPX, tenga un resultado favorable, pues las cuestiones relativas al concilio Vaticano II interesan a toda la Iglesia. Deseamos también que las excomuniones sean levantadas y que la FSSPX reencuentre su lugar en la Iglesia, en donde tiene tanto que aportar (pág. 49-50).

Luego fue la famosa súplica del 20 de octubre de 2008, donde los animadores del GREC deseaban que la FSSPX “regularice su situación canónica y manifieste su plena comunión con el Santo Padre”, agregando:
Nosotros pensamos que el levantamiento de las excomuniones pondría en marcha un proceso inevitable de acercamiento, con vistas a los acuerdos entre la Santa Sede y la FSSPX, o al menos acuerdos con una gran parte de los sacerdotes y los fieles de la mencionada Fraternidad[iii] (pág. 52).

La súplica parece haber obtenido su efecto, pues las “excomuniones” fueron levantadas a principios del año 2009.

+Intervenciones del GREC ante Mons. Fellay

Un punto que parece haber preocupado a los responsables del GREC, fue el hacer cesar los ataques contra la Roma actual. Citemos al P. Lelong:

Por el lado de los católicos apegados a la tradición[iv], como del lado de aquellos que reivindican el espíritu del concilio, se expresan muy frecuentemente, con puntos de vista agresivos y polémicos que no contribuyen a suscitar el clima de sosiego y de confianza mutua necesaria en la búsqueda de una verdadera reconciliación (pág. 33).

Es necesario que la FSSPX comprenda que, si bien ella tiene mucho que aportar a la Iglesia de Roma, también tiene mucho que recibir. Por lo tanto es necesario que ella deje de rechazar en bloque el Vaticano II (pág. 85).

En la carta a Benedicto XVI del 9 de julio de 2008, los responsables del GREC -¿y por lo tanto también los representantes oficiosos de la Tradición?- quisieron tranquilizar al Papa sobre este punto:

Le pedimos a los responsables de esta Fraternidad que cesen las declaraciones y artículos polémicos que critican a la Santa Sede  (pág. 50).

El 20 de junio de 2008, el P. Lelong y algunos miembros del GREC le escribieron a Mons. Fellay:

¿No teme usted que rechazando los llamados repetidos del Santo Padre y permitiéndose criticarlo de manera injusta y sistemática, la Fraternidad llegue a tomar un camino que la conducirá inevitablemente a separarse de la Santa Iglesia, como desgraciadamente ha sucedido en el curso de la historia? (pág. 39).


La Roma ocupada no se preocupa de las discusiones académicas y amortiguadas entre teólogos sobre el concilio Vaticano II. Ella las permite, en principio, a las comunidades Ecclesia Dei. Esto da una impresión de apertura. Pero lo que la iglesia conciliar no puede soportar, es que sus escándalos sean denunciados: las reuniones ecuménicas de Asís, las visitas a las sinagogas y mezquitas, las falsas beatificaciones y canonizaciones, etc. Son sobre todo estos escándalos que, con el paso de los años, hacen perder la fe a millones de almas en el mundo entero. Ahora bien, cuando la fe está en peligro, atacada por los lobos, es un deber para los pastores gritar para proteger el rebaño. No hacerlo es un pecado grave respecto a la confesión de la fe, pues atacar la Roma actual destructora de la fe es necesario para mantener las grandes verdades de la fe. Todos los esfuerzos de la iglesia conciliar desde las consagraciones de los obispos por Mons. Lefebvre en 1988, han sido para separar de la Tradición a los grupos de sacerdotes, acordándoles la misa tradicional sin pedirles la aceptación oficial del Vaticano II[v]. Roma conciliar sabía que haciendo esto, ya nada tenía que temer de estos grupos: tendrían que callarse sobre el concilio y sobre los escándalos de la jerarquía, por temor de perder su reconocimiento canónico y ver que se les negara todo apostolado en las diócesis. Esto es lo que pasó, desde que firmaron, en todas las comunidades Ecclesia Dei sin excepción, y es su gran pecado ante la historia, ante la Iglesia universal y ante las almas.
La Roma actual desea que la FSSPX se comprometa en esta vía. Hay que comprender muy bien las técnicas subversivas empleadas, especialmente desde hace dos siglos, por los enemigos de la Iglesia. Su gran maniobra para reducir una resistencia, es obtener que, en un primer momento, ya no se les ataque. Para eso, se sirven de los católicos liberales, sus mejores auxiliares, seduciéndolos mediante la promesa de la paz a condición de que dejen de combatir. Al mismo tiempo, provocan anatemas contra aquellos que no se resignan a bajar las armas, es decir, los antiliberales, ridiculizándolos con toda clase de epítetos: hombres de celo amargo, integristas[vi], etc. El enemigo busca aislarlos de esta manera, para quitarles toda influencia. Enseguida él podrá trabajar para dormir a la mayoría del rebaño y ganarlo lentamente a las nuevas ideas.
En los años 50, bajo el Papa Pío XII, había miles de buenos sacerdotes, buenos religiosos, piadosos, de buena doctrina. Llegó el “buen Papa Juan” sugiriendo, al principio del concilio, ya no lanzar anatemas, ya no condenar el error, anatemizando solamente a “los profetas de desgracias” que en la Iglesia, siguiendo a los Papas antiliberales, fustigaban los errores modernos. La maniobra tuvo éxito. Basta ver en lo que se ha convertido la Iglesia en el mundo entero[vii].
Monseñor Lefebvre se levantó, tomando el estandarte del combate. Esta fue la fundación de la FSSPX y de las obras de la Tradición se extendieron como reguero de pólvora en el mundo entero. Ya no estando Mons. Lefebvre, nosotros asistimos desde su muerte a las maniobras de la Roma modernista, aconsejada por la masonería, para reducir la única resistencia organizada a la Revolución mundial. La maniobra consiste en atacar especialmente a las autoridades superiores de la Fraternidad, en quienes detectaron ciertas debilidades –pues los enemigos de la Iglesia son hábiles observadores. El libro del P. Lelong tiene el mérito de darnos luz, por lo menos en una parte, de esta operación.





[i] Mons. Tissier de Mallerais, La extraña teología de Benedicto XVI, en las editions du Sel, en Le Sel de la terre 69.
[ii] El sitio de internet La Porte latine, del distrito de Francia de la FSSPX, publicó en enero de 2012 dos fotografías de Mons. Rifán concelebrando con el cardenal Bergoglio el 28 de mayo de 2011.
[iii] Los animadores del GREC ya pensaban que no los seguiría todo el mundo.
[iv] La palabra fue impresa con una “t” minúscula en la obra.
[v] Recordemos el acuerdo de Barroux. Dom Gérard había obtenido “garantías” generosamente acordadas por el Cardenal Ratzinger: “Que ninguna contrapartida doctrinal o litúrgica sea exigida de nosotros y que ningún silencio se imponga a nuestra predicación anti-modernista”. Conocemos lo que pasó después.
[vi] Es característico, en la crisis que atraviesa actualmente la Tradición, de escuchar tratar como sedevacantistas o como hombres de espíritu cismático, que no tienen fe en la Iglesia, a aquellos que continúan manteniendo el discurso de Mons. Lefebvre, oponiéndose a los acuerdos prácticos sin acuerdo doctrinal con la Roma actual.

[vii] No hemos hecho más que condensar en pocas líneas, el excelente artículo de Adrien Loubier “las vías de la reducción”, publicado en el Boletín del occidente cristiano de junio de 1991.