miércoles, 13 de octubre de 2021

COMENTARIOS ELEISON - LA SABIDURÍA DE MONS. LEFEBVRE

 



DCCXXXVI #736

21 de agosto de 2021

La SABIDURÍA de LEFEBVRE – I

Mons. Williamson

 

Al arzobispo no lo idolatramos ni lo adoramos,

pero damos gracias a Dios por este gran hombre de guerra.

¿Y qué tienen que decir estos “Comentarios” sobre el último escándalo del Papa Francisco, a saber, su Motu Proprio “Traditionis Custodes”, en el cual hace todo lo posible por extinguir el secular rito tradicional de la Misa en latín, y asegurarse de que desaparezca para siempre de las celebraciones de la misa? Ante todo, estos “Comentarios” dan gloria a Dios por habernos dado como modelo, para guiarnos en esta crisis de fin de mundo de la Iglesia, al arzobispo Lefebvre. Terminó sus días supuestamente “excomulgado” por los eclesiásticos de la Iglesia oficial. No ha sido seguido fielmente por los líderes eclesiásticos de la Fraternidad San Pío X que él mismo constituyó. Pero el registro histórico de lo que hizo y dijo está ahí, y su sabiduría para el futuro de la Iglesia se hace más clara con cada día que pasa.


Ese registro histórico nos dice exactamente cómo habría reaccionado a Traditionis Custodes. Por un lado, habría rechazado una vez más la falsa doctrina del Vaticano II, que está detrás de la Misa Novus Ordo y que hasta el día de hoy se esfuerza por abolir todo rastro del antiguo rito tridentino de la Misa, que desde 1969 ha demostrado ser la competidora indestructible de la Nueva Misa del Papa Paulo VI, y que vivirá mucho después de que la Nueva Misa esté en los basureros de la historia. Por otro lado, incluso con el problema agonizante para los católicos que plantean los Papas que luchan contra la Tradición católica más encarnizadamente que nunca, como Francisco en este Motu Proprio, parece muy poco probable que Mons. Lefebvre haya declarado que el Papa Francisco no es Papa. Más bien, por el bien de la estructura de la Iglesia, habría insistido en el respeto y la cortesía hacia todos los aparentes Papas del Vaticano II, dejando a la Iglesia oficial sola en un tiempo futuro más tranquilo el decidir qué estatus atribuir a estos Vicarios de Cristo que tuvieron tan poca comprensión de la Tradición Católica.

Este equilibrio del arzobispo entre la condena de la doctrina de los papas conciliares pero el respeto a su cargo ha llegado a conocerse como “Reconocer y resistir”: reconocer su cargo, resistir su doctrina. Pero como política a seguir por los católicos, recibe fuertes críticas de ambos bandos. Los liberales dirán que si reconoces correctamente el cargo, no tienes derecho a resistirte a sus mandatos. Los “sedevacantistas” antiliberales le darán la vuelta a esa posición, diciendo que si te resistes con razón a los falsos mandatos del oficio, entonces no puedes seguir reconociendo al oficio que emite esos mandatos, es decir, no puedes reconocer y resistir a la vez, debe ser una cosa o la otra. No, dijo el Arzobispo, yo condeno la enseñanza pero no necesariamente rechazo el oficio. Los Papas católicos que odian la Tradición son un misterio que deberá resolver una época futura de la Iglesia, si es que quiere y puede hacerlo. Y en esta posición, el Arzobispo ha sido seguido desde entonces por muchos católicos, no por su autoridad oficial, de la que tenía poco o nada, sino porque, enfrentados a los mismos problemas en la Iglesia, habían llegado por sí mismos a las mismas conclusiones que él, y por lo tanto lo siguieron, convirtiéndolo así en el pionero del equilibrio y la cordura en la crisis actual de la Iglesia.

¿Y qué fue lo que permitió al Arzobispo mantener el equilibrio y la serenidad cuando, tras el Concilio, tantos católicos creyentes perdieron su fe o desesperaron de la Iglesia? Sin duda fue su fe inquebrantable en un Dios y en una Verdad que están muy por encima de todos los cambios o influencias humanas, de la política o de lo que sea; un Dios y una Verdad consagrados en la Tradición católica en beneficio de los seres humanos, pero que no están de ninguna manera intrínsecamente sujetos a los seres humanos ni dependen de ellos. He aquí las alturas en las que vivía en espíritu, y desde las que descendía a la vida cotidiana, sin admitir cambios indebidos en las cosas de Dios, ni exigir demasiada perfección en las cosas de los hombres. Los liberales estaban locos por querer adaptar la única y verdadera Iglesia de Dios a nuestra época de impiedad, mientras que los católicos se equivocaban al dudar de la Providencia en la conducción de Dios de su Iglesia.

Entonces el Papa Francisco está loco, pero Jesucristo está con Su Iglesia hasta el fin del mundo – Mt. XXVIII, 20.

Kyrie eleison.